Frente a los corporativismos - Javier Navarro Marin - Marketing Córdoba / Lucena / Puente Genil
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Frente a los corporativismos

Frente a los corporativismos

Frente a los Corporativismos

Antes de nada, vamos a hacer un ejercicio de definiciones exprés: ¿A que ustedes defienden a los suyos? Pues eso es corporativismo. Ea! ¿ven qué fácil? Si es que cuando nos ponemos pragmáticos…

Bueno, lo que no es tan fácil, que si no la columna no me iba a dar ni para un «tuit», es a quienes consideramos los nuestros y qué implicaciones positivas o negativas tiene su defensa o su no defensa; vamos a poner un ejemplo que vale para las dos, que saben que a mi eso me gusta más que comer con las manos:

 

En el caso de los trabajadores de una empresa, el corporativismo es sencillo verlo cuando toca una negociación colectiva, guerra con la dirección de la empresa o cualquier cosita en la que nos jugamos eso con lo que no se juega, las cosas del comer. En estos casos el “todos a una” se convierte casi en una necesidad, en la que el ataque a cualquiera de los miembros de la empresa nos lo tomamos como propio y el “uno de los nuestros” lo extendemos a cualquiera que cobre la nómina del mismo señor que nosotros, ponga lo que ponga en ella: “aquí todos nos dejamos la piel”, “o todos o ninguno” y demás soflamas que tras un megáfono nos arengan a quemar las naves o lo que haya que hacer con ellas…

 

Luego, cuando la cosa está más calmada, en épocas de paz, el espíritu corporativista lo sacamos pero para atizar al compañero que no está a la hora del café, ya saben: “Peláez se los toca a dos manos”, “Peláez es un pedazo de inútil”, “Peláez, qué tío más vago” y demás cositas que se dicen, pero esta vez, con la voz baja y mirando para los lados, no vaya a ser que imbécil de Peláez se despierte de la siesta y aparezca por cafetería.

 

El corporativismo no es ni bueno ni malo, pero según voy viendo, su uso últimamente ha hecho mucho daño: si en el ejemplo anterior, yo, que soy un trabajador razonablemente honesto y eficaz, defiendo al parásito de Peláez (que no vea usted la que le estoy dando al pobre hombre hoy), estoy por un lado salvándole el culo y permitiendo que continúe con su ardua labor de sostenerse con las dos manos… si, esa parte del cuerpo que estamos todos pensando; y por otro lado igualándonos ante el público con ese al que en “petit comité” lo igualamos a un animal de bellota… y no sé ustedes, al menos yo ya por ahí no paso, que yo respondo por mí, pero lo de: «por todos mis compañeros», no lo hago desde los 9 años jugando al escondite.

 

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Amigo trabajador de una empresa o trabajador del ente público, que ahí sí que no hay distinciones, donde se fabrica su nómina del mes que viene, pueden sobrar bastantes cosas: propietarios pasivos, jefes inútiles o “mandadores” que sencillamente no saben, pero que lamentablemente mandarlos a las listas del paro no está en su mano, de eso se encargará el mercado y la sociedad (esperemos que lo más pronto posible), lo que sí está en su mano es deshacerse de los malos hábitos de sus compañeros de desayuno… o si tienen tanto cariño a sus hábitos… Hagan que se vayan con ellos bien lejos de donde usted se gana el pan, porque si tiene un compañero que escaquea sus labores, o se quedan las cosas sin hacer… y se va todo a hacer puñetas (cosa que no viene bien a nuestro pan) o les toca sobrecargarse a ustedes (a cambio de el mismo sueldo que su amigo el escaqueador profesional, no se olvide).

 

Señores cuando un “compañero” haga lo que no debe, o lo señalan con el dedo o dense por jodidos, porque les van a dar por un lado o por otro y con toda la razón del mundo, porque ya saben: si uno colabora en la solución, es cómplice del problema, aunque sea por cubrir el culo de quien no sólo no lo merece, sino que merece una patada en ese mismo lugar.

 

Así que cuando se encuentren a su Peláez (que todos tenemos uno), salúdenlo de mi parte y a ver si conseguimos entre todos que si le pitan los oídos… sea de la presión.

 

 

 (publicada en prensa y radio: 2012)

(Pincha arriba si te apetece oírla… Pero no me hago responsable)

Comentario anexo:

Mientras más experiencias acumulo con distintos sectores más me doy cuenta de lo peligroso que es jugar a «cubrir al imbécil» o lo que es peor «cubrir al inútil o al vago»… Que al final sale carísimo y nos acaba salpicando a todos…

Gracias por leerme!

Javier Navarro Marin

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