Contra el ecosistema... Acción - Javier Navarro Marin - Marketing Córdoba / Lucena / Puente Genil
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Contra el ecosistema… Acción

Contra el ecosistema… Acción

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Haga usted su parte… ¡Acción, amigo!

 

Antes de nada, lo de la acción está claro, pero he dicho “contra el ecosistema”, no contra la ecología, ni contra el medio ambiente, ni contra los cachorritos lindos de piel suave… Así que, amigo ya puede bajar usted el hacha de guerra siux, que mi cabellera no va a ser cortada hoy… (espero)

 

En este caso, usemos ecosistema como sinónimo del entorno o del ambiente en el que nos movemos  en una empresa especialmente (echen un vistazo lo que dice la Rae, que yo creo que la metáfora, nos vale). Hay una máxima que cuando se nos olvida, viene “la madre naturaleza” y nos lo recuerda con una buena colleja: mi capacidad de cambiar el entorno es limitada, es más fácil cambiar mi comportamiento. Esto que es una perogrullada tamaño rueda de tractor, se nos olvida día sí, día también… O es que a ninguno de ustedes les suena la expresión “¿Ceder yo?, Que cedan ellos, que yo tengo razón”… Y esta frase suele ser indefectiblemente preludio a una de esas bofetadas sonoras y espectaculares, que te dejan cara de conejo deslumbrado delante de un coche.

 

Cambiar el entorno requiere mucho tiempo y presión… cambiar cómo se relaciona con ese entorno… Está en su mano Clic para tuitear

 

Que no se nos olvide que el objetivo es cambiar una situación que no nos favorece, así que hay que encontrar la mejor manera de conseguirlo, que parece (y es) simple de entender, pero créanme, con estas cosas se nos olvida muy frecuentemente.

 

Imaginemos que tenemos un supermercado de barrio y después de que nos monten el vigésimo mega centro comercial en la zona, el carro de la compra semanal ni viene ni se le espera y nuestras ventas han bajado tanto que los buitres están empezando a rondar en busca del cartel de cierre y la caja no nos llega desde hace meses ni “para dejar los céntimos sueltos del café”.

 

Ante esto, podemos adoptar la postura de “que cambie el entorno” y montar una plataforma para la retirada de las grandes superficies, enviar reclamaciones a la prensa local, recoger firmas entre los vecinos y organizar una manifestación semanal para presionar a las autoridades para que cambie la legislación que tanto nos está perjudicando…

 

Ante un cambio en “las reglas de juego” del mercado o nos revelamos contra el juego, o nos adaptamos a la nueva situación para sacar provecho… Usted mismo Clic para tuitear

Claro que también podemos ser un poquito más productivos y tratar de encontrar alguna variante de nuestro modelo de negocio que nos permita aprovecharnos de la situación. Concretamente, y esto es un caso real bastante próximo, igual podríamos captar público de otro tipo… para otro tipo de compras.
Imaginemos que nos paramos un momento a tratar de entender qué necesidades tiene sin cubrir nuestro cliente potencial (que nos está siendo infieles de mala manera… Con lo que nosotros hemos hecho por él… “snif, snif”).

 

Bien; igual descubrimos que si bien la compra semanal está perdida como perdimos a nuestra abuelita, entre otras cosas porque las comparaciones son odiosas (sobre todo si perdemos) y es odioso compararnos con esa gente en comodidad del espacio, enfoque a la compra, técnicas de venta y publicidad, ofertas de precio, variedad… (Y no sigo para no deprimir a nadie).

 

Pero estos señores con tantos metros, tanto aparcamiento y tantas referencias por pasillo, dejan huecos libres que no pueden o no les interesa cubrir… Y ahí, amigo mío, podemos entrar a “rellenar el hueco”. Les dije que se trataba de un caso real y para ese problema concreto, el supermercado que había perdido la compra semanal, optó por abrir los días y las horas en que la gran superficie no lo hacía y comenzó a traer productos más “especiales” que los estándar de los lineales…

 

Si analizamos al cliente y sus hábitos… igual encontramos qué podemos ofrecerle, que no le están ofreciendo otros Clic para tuitear

 

En poco tiempo dejó en los pasillos el “sota, caballo y rey” en lugar de variedad y añadió productos más raros y selectos. Con algo de comunicación (recuerde: si no cuenta novedades, no se entera nadie), no tardó en comenzar a recuperar caja, captando por un lado al “cliente de domingo por la mañana” y al cliente de “once de la noche” con poco carro, pero muy frecuente y sin regatear hasta el último céntimo; y por otro lado, al cliente “sibarita” que busca un producto con “algo más”. Actualmente no sólo sobrevive, sino que me atrevo a afirmar que ha vuelto “a dejar los céntimos sueltos del café”

 

Si la situación no le favorece y no puede cambiar al de enfrente… Amigo, sea hábil… ¡Cambie usted!.

 

Gracias por leerme!

Javier Navarro Marin

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