Por un Agujerito - Javier Navarro Marin - Marketing Córdoba / Lucena / Puente Genil
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Por un Agujerito

Por un Agujerito

Por un Agujerito

¿Se han fijado en lo difícil que conocer realmente a alguien? Y gran parte de culpa la tiene esa costumbre tan arraigada que todos tenemos, de ponernos antes de salir a la calle a ejercer nuestras relaciones interpersonales, las reglamentarias catorce capas de maquillaje/disfraz con la cara de quien decimos ser, tapando todo lo posible la de quienes somos.

Lo que realmente nos ayuda a conocer al de enfrente es la ropa de estar en casa Clic para tuitear

Pero por suerte hay pequeños detalles que nos ayudan a conocer a los demás sin necesidad de tumbarlos en un diván (aunque ahora que caigo, eso también tiene su punto… pero claro, para otra cosa). Podemos conocer a la gente por los zapatos que usa (cuidados e impolutos, marcando tacón, cómodos y funcionales…), por los adornos que luce y por los que no luce (relojes, joyas, anillo de casado o la marca reciente de los mismo, tatuajes estratégicamente situados…), por el coche que lleva (un utilitario equipado con todo lo que necesita o un coche caro con lo básico, pero que se vea bien la marca), por lo que lleva en la bolsa del gimnasio cuando hay que vestirse tras la ducha… Pero lo que realmente nos ayuda a conocer al de enfrente es su ropa y no la que lleva de puertas para afuera, claro, que ahí todos nos esmeramos en el estilismo y dejamos bien claro lo que queremos transmitir, que se parece a la verdad como un banco a una ONG; me refiero a la que realmente es nuestra, como una segunda piel: la ropa de estar en casa.

 

Eso que todos nos ponemos cuando estamos solos y no esperamos visita, cuando no pretendemos agradar ni al espejo, sino estar cómodos y felices como un cerd…. bueno… cómodos y felices, que la metáfora no nos deja muy bien parados, pero todos nos hacemos la imagen mental, ¿verdad? Pues eso, que lo que realmente nos hace conocer a alguien no es el color de su ropa interior en una cita cuando espera tener suerte, sino el de sus zapatillas de felpa, que como todo el mundo sabe son el complemento perfecto a cualquier ropa de casa que se precie, junto con una camiseta de algodón con el logo de la “fruhorteria” Mari Loli de turno ya desgastado. Esto siempre unido a unos pantalones que admiten dos variantes: los “cortoindecentes” de esos que cuando el propietario se sienta en el sofá con una pierna mal puesta… digamos que dejan poco a la imaginación…

 

Por otro lado están los pantalones “pluripersonales”, que no significa que sean heredados, sino que pueden ser usados por varias personas de gran talla y al mismo tiempo, holgaditos que se llaman también. En ambos casos coincide el paso del tiempo reflejado en alguna indiscreta cámara de aire para la refrigeración “interpiernal” que… bueno, hace que la posturita del sofá otorgue un nuevo significado a la expresión «verte por un agujerito»… Qué visión más mala ¿eh?… Pero es así como deberíamos vernos cuando nos da un ataque galopante de ínfulas de grandeza y no nos sacamos de la boca el «es qué yo soy» seguido de cualquier adjetivo biensonante cuyo parecido con la realidad es mera coincidencia…

 

Cómo alguien capaz de conjuntar, entra en casa y pasa a estar asesorada por el hermano daltónico de Paco Clavel Clic para tuitear

 

Y como suelo decir habitualmente, que no se me ofenda sólo un bando, que esto también es unisex y las chicas no iban a ser menos… Que aunque la indumentaria suele ser algo más cuidada en cuanto al número de agujeros no naturales que luce (siempre los hay pero proliferan menos), es en el uso del color hortera y cantarín, donde muestra su verdadero esplendor… Porque jamás he entendido cómo alguien capaz de conjuntar hasta la parte interior de las gafas con los calcetines de las botas altas, entra en casa y pasa a estar asesorada por el hermano daltónico de Paco Clavel…

 

Y eso sí, en la mayor parte de los casos femeninos, la talla en lugar de aumentar, disminuye a la mínima expresión haciendo parecer a la portadora, en ocasiones, una morcilla de burgos rosa, turquesa y verde pistacho… aunque a la chica se le noten las clavículas como a una gimnasta de Europa del este. Por supuesto, la pintura se la dejamos a los visitantes de los museos que aquí no es bienvenida y la ropa íntima de la sección inferior (la superior lógicamente tiende a haber desaparecido tiempo ha) en lugar del habitual encaje, lo que nos encaja mejor son los dibujitos que nos recuerdan el mal gusto que teníamos de críos.

 

En fin… que por mucho que creamos conocer a alguien en sus prácticas y momentos más íntimos… para saber quién es, no hay nada como verlo “por un agujerito”

 

 (publicada en prensa y radio: 2014)

(Pincha arriba si te apetece oírla… Pero no me hago responsable)

Comentario anexo:

Esta, metáforas aparte, es muy light, que de todo tenía que haber… Así pues, no coments , que para una en la que no me meto en más charcos de la cuenta…

 

Gracias por leerme!

Javier Navarro Marin

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