Maravillas de la televisión - Javier Navarro Marin - Marketing Córdoba / Lucena / Puente Genil
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Maravillas de la televisión

Maravillas de la televisión

Maravillas de la Televisón

Sí, ya sé que el título de la columna parece sarcástico (y como todo el mundo sabe yo de eso, «ni mijita»)… pero créanme, lo digo en serio, la tele es maravillosa, como la lámpara de Aladino: cuando frotas bien ese mandito, no sabes lo que te puedes encontrar: desde un señor divulgador científico de pelo alborotado y «másteres» para alicatar un cuarto de baño con las hojas de su currículum, que lo mismo te habla sobre la teoría cuántica que te anuncia pan; hasta otro que después de repetir elocuciones tan profundas como: “¡Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!”, unas diecisiete veces, nos habla sobre el lamentablemente escaso vocabulario de la juventud… Y por supuesto no puede faltar alguna señora operada “multireincidente” que se ha pasado años recomendando encarecidamente a su hija comer pollo o la mata y ahora se queja de que no la quieren… bueno… o algo así.

Cuando nos sentamos delante de esa ventanita sin filtro para mosquitos y moscones, tenemos que tener claro a lo que nos exponemos, que los que critican Internet porque da cabida a todo, no tienen en cuenta que en la red, al menos uno elige sus búsquedas (aunque aveces ya ni eso, aunque ese es otro tema)… pero aquí, en la tele, un señor programador, audímetro en ristre, lo busca por nosotros (¡qué amable!). Siempre habrá quien diga que para algo inventó dios el mando a distancia, pero todos conocemos, hemos oído y hemos usado (no vayamos de dignos ahora, que nos conocemos), la frase: “a ver qué echan en la tele” que más que a consumidor exigente, suena a cuadrúpedo porcino sin muchos remilgos.

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Y ahí llevamos la realidad: libertad de expresión contra obligación de audiencia, porque todos somos libres de decir casi lo que nos de la gana, pero estamos casi obligados a enterarnos de lo que le de la gana a unos terceros, que a base de la nunca pasada de moda, técnica del bombardeo por saturación, consiguen ponernos al corriente de lo que no sólo nos resulta tan interesante como contar gamusinos durante semana y media, sino que a poco criterio que nos quede sano, tratamos de no contagiarnos con ello y de que no contamine a los que están a nuestro alrededor y todavía tienen menos capas de impermeabilización encima…

 

Porque me explico: ¿me quieren contar por qué diablos mis sobrinitas pequeñas tienen que saber como se llama el amante actual de la señora (ya citada anteriormente), ya saben: que se hizo famosa hace años por estar liada con un simpático y dicharachero matador de toros gaditano? Y lo que es peor: ¿me quieren contar por qué diablos yo, que jamás he visto un programa suyo, tengo que saber tanto de ella? En serio, me da miedo… Son como mensajes subliminales, estos que te hacían comprar cola en los cines de los 50…

 

La audiencias no mienten… pero nosotros, cuando nos piden opinión sobre lo que vemos, parece que si ¿eh? Clic para tuitear

 

Se podría decir que es el precio que pagamos por la libertad de expresión y de prensa, pero con todos mis respetos (o mejor, sin ellos), creo que poco o nada tiene que ver eso con la prensa… y si me equivoco, me temo que oímos de fondo campanas repicando a duelo porque significaría que en breve iríamos de entierro de la profesión. En cierto modo, pienso que lo que pagamos mas bien es el precio por tener la libertad de ser imbéciles, que eso no se lo voy a discutir a nadie… Porque la audiencias no mienten… pero nosotros, cuando nos piden opinión sobre lo que vemos, parece que si ¿eh?

 

Que si, que aceptamos tele como animal de compañía, porque para eso estoy de acuerdo con la que hay, que esa función la cumple sin problemas, luego otra… a no ser que sean muy selectivos, tengan mucho tiempo libre y el dedo pelado de hacer zapping… más difícil la veo.

 

Y es que normalmente con la cajita catódica… Ah! No, que eso ahora va con leds, bueno pues con el plasma, que igualmente se cumple a rajatabla la ley esa de la tostada y la mantequilla: si tienes tiempo para verla, no hay nada que merezca la pena, si hay algo que te apetezca ver, no puedes verlo y si tienes tiempo y ponen algo que prometía ser bueno… se te olvida… ¡Maldito Murphy!

 

En fin… que hay que ver lo mal que está la tele… por cierto: ¿vieron lo de ayer lo de la ex-mujer de torero ese…? Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!!

 

 (publicada en prensa y radio: 2011)

(Pincha arriba si te apetece oírla… Pero no me hago responsable)

Comentario anexo:

Cómo pasa el tiempo y que «viejo» se queda todo lo de antes de la era pre Netflix/SmartTV… Eso sí: no me puedo creer que las audiencias sigan dando la razón a los mismos programas y demás contenidos, pero en fin, confiemos pacientemente en que un poco mas de tiempo haga su trabajo… pero que se de prisa de una santa vez!!!

Gracias por leerme!

Javier Navarro Marin

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