Negligente o Ladrón - Javier Navarro Marin - Marketing Córdoba / Lucena / Puente Genil
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Negligente o Ladrón

Negligente o Ladrón

Negligente o Ladrón

Vaya elección eh! ¿Susto o Muerte? ¿mejor un imbécil o un ladrón?… Porque a todos nos acostumbraron de pequeños, a base de películas de Disney, a que los buenos eran muy buenos (y algunos hasta lerdos) y los malos muy malos (y esos como sabíamos que iban a perder, a veces hasta nos daban penita y nos caían bien).

Pero sirenitas y leones aparte, en el mundo real las elecciones no son tan sencillas, que no es cuestión de pintar de blanco o negro y lo normal es que tengamos que medir correctamente los daños colaterales de una u otra pintura, entre una sutil gama de grises.

 

Jugando al ajedrez, lo primero que aprendes es a medir la repercusión de tus decisiones, o lo que es lo mismo: que si muevo una ficha que aparentemente no afecta demasiado al juego, tres o cuatro turnos más adelante puede haber provocado que tenga a la mitad de los peones tumbados fuera del tablero… y eso se parece mucho a lo ocurrido últimamente, no sé si me explico: que hemos hecho jugadas erróneas y hemos acabado con demasiada gente fuera de juego… Y apunto del jaque mate que hemos estado, eh!

 

Cuando nos toca decidir sobre lo que preferimos tener como punta de lanza: sea en un gobierno local, nacional o de la comunidad de vecinos, hay que ser responsables y medir qué es lo mejor para nuestros intereses… o en muchos casos, qué es lo menos malo, porque ninguna de las opciones se salva de la quema, que también hay momentos de esos, seamos maduros.

 

Cuando hablamos de supervivencia, a veces, por mucho que nos duela, tenemos que asumir que entre las dos o tres alternativas que se nos plantea en el menú, hay lo que hay y no podemos pedir milagros, que si han visto al tipo este que sale en los documentales de eso, de supervivencia, te encuentras con días en los que o ayunas y te tienen que rescatar o, perdonen la expresión: “aprietas el culo”, asumes tu situación y te comes lo que haya… tenga las patas que tenga, pero por lo menos puedes seguir adelante buscando algo decente donde elegir.

 

¿Cuánto me cuesta un ladrón que se queda con el 3% de cada obra pública que pasa por sus manos? Clic para tuitear

 

No sé si me siguen, que estoy muy metafórico y muy perifrástico hoy, la cosa viene a ser, llevándonosla a unos cuantos ejemplos que nos toca a todos… y no voy a referirme a ninguna parte del cuerpo concreta, aunque creo que casi todos nos estamos mirando al mismo sitio… La cosa es de preguntas directas y sin metáforas: ¿Cuánto me cuesta un ladrón que se queda con el 3% de cada obra pública que pasa por sus manos? Pues eso precisamente: un 3%, que será más escandaloso o no dependiendo de lo que cueste la broma… Imaginemos un presupuesto de 100 millones en el que el ladrón “traspapela” 3 milloncitos; pero si al final se trata de una carretera necesaria, un servicio útil o un edificio al que vamos a sacarle partido… pues mire… me duele y mucho que un pedazo de hijo de… su señora madre se lleve, como se suele decir “calentito” un pastizal haciendo el egipcio, pero si dejo que se me baje un poco la “inflamación gonadal”, igual hasta lo doy por un mal necesario en ese momento, pero tengamos memoria y que nadie se equivoque: a ese señor hay que quitarlo y poner uno que nos salga más barato, eh!

 

Por otro lado tenemos al negligente, pero a priori honrado y bienintencionado. Un señor que a sus cortas entendederas, se empeña en colocar a su municipio en el mapa con un aeropuerto, un espectacular palacio de congresos o un centro de interpretación de la Polla de Agua… ¡No me miren así! Que me estoy refiriendo al pajarito ese que prolifera tanto por los humedales y… bueno, al bichito que sea, que nos malpensamos. Pues el señor de las pocas luces decide que lo mejor que puede hacer con su dinero, el mío y el de usted, querido lector, es poner unas cuantas decenas de millones en un maravilloso edificio, diseñado por un no menos maravilloso arquitecto, de los que cobran por la firma más que por el plano, dotarlo con medios tecnológicos, audiovisuales y humanos como para ruborizar a cualquier parque temático y contratar a algún famoso de los caros para que haga promo… Y después de todo esto… la pasta se acaba, se deja la obra faraónica a medio terminar… y a la polla de agua sin interpretar. Presupuesto total del proyecto: 50 milloncejos, obra ejecutada, no llega a los 20, pero utilidad de la misma, 0.

 

De modo que… qué quieren que les diga, en casos así prefiero dejar las ovejas con el lobo, que se me comerá un par de ellas, que con el pastor imbécil que me perderá el rebaño…

 

 

 (publicada en prensa y radio: 2011)

(Pincha arriba si te apetece oírla… Pero no me hago responsable)

Comentario anexo:

Por esta columna me cayeron en su momento (y perdonen la expresión), «h… como panes», pero qué quieren que les diga… Siendo lo cínica que es, poco fue, eso sí, si el objetivo de hacer columnas de opinión es darle una pensadita a un tema que va a estar candente siempre (y bien lamentable que es), doy por bien empleado el tiempo, al menos en mi caso

Gracias por leerme!

Javier Navarro Marin

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